La cotorra argentina

La cotorra argentina es un ave de tamaño pequeño (más pequeño que una paloma) que también recibe el nombre de cotorrita monje o cata en otros países, aunque su nombre científico es Myiopsitta monachus. Es originaria de América del Sur, donde se extiende desde Argentina hasta Brasil y desde Bolivia a Uruguay. Fuera de ese ámbito vive porque se ha adaptado y se la califica como especie introducida o invasora.

Mide unos 30 cm de largo y pesa alrededor de 130 gramos, aunque depende bastante de cuál es su tamaño, pues entre ellas también las hay mayores y menores. Su pico es robusto y curvado, como corresponde a lo que popularmente se conoce como loros y usa sus patas para ayudarse a comer. Su plumaje es verde brillante en la cabeza y el dorso, grisáceo en frente, mejillas, pecho, frecuentemente con rayas más claras, y vientre, mientras que las plumas remeras de sus alas (las mayores) son de color azul profundo y brillante.

Cotorras en su nido. Fuente: Heraldo.es

Las cotorras argentinas son aves gregarias, lo que significa que viven en colonias, es decir, viven en sociedad como las personas. Sus nidos son como edificios donde cada familia construye su propia cámara, lo que equivaldría a un piso. Allí las familias no solo crían, sino que también duermen. Por ello sus nidos son tan grandes y voluminosos. A diferencia de otros animales, no existe una jerarquía clara en las colonias de cotorras y entre ellas suele haber rifirrafes por disputarse el puesto de "presidente de la comunidad".

Todo esto sirve para explicar su comportamiento como mascota: la cotorra es cariñosa y caprichosa y necesita de su familia humana. Si tenemos una cotorra desde bebé va a querer estar y jugar con nosotros y, si es la única en casa, no es ya que lo quiera, sino que lo necesitará. Todos los animales necesitan su espacio y las cotorras necesitan salir de la jaula y volar e interaccionar con su familia.

Pero, ¿hablan las cotorras?

Las cotorras, como prácticamente cualquier psitácida, son seres inteligentes que gesticulan y verbalizan mucho. Si están solas con su familia humana su verbalización tenderá a parecerse a lo que oiga. Sin embargo, una cotorra es un animal y cada una tiene sus peculiaridades, por lo que es imposible asegurar que una cotorra hablará, silbará o dará volteretas, puesto que eso depende mucho de su personalidad (o cotorralidad) y de los estímulos que reciba. Lo que sí puede asegurarse es que querrá a su familia (lo que no quiere decir que su familia no vaya a recibir algún picotazo; acordáos de eso de que se disputan la presidencia de la comunidad).

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